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Ruptura de paradigmas en cultivo y comercio de café orgánico: cafeticultores tseltales y choles de la Selva Lacandona toman la palabra

Desde el 2006 cuentan con el certificado de CERTIMEX, exportan café a Austria

Las etnias tseltal y chol de la Selva Lacandona han roto paradigmas en el cultivo y  comercialización de café orgánico. Primero con la inclusión de mujeres tseltales, quienes desarrollan todos sus procesos productivos y de comercialización en forma autónoma y venden café de especialidad de alta calidad. Segundo, con el desarrollo del proyecto “Coffee for the future”, donde los cafeticultores reciben el “premio bioclima”, con el cual realizan acciones de mitigación contra el cambio climático.

La microrregión norte de la Selva Lacandona, localizada en Chiapas, se conforma por el brazo norte de la Reserva de Biósfera Montes Azules, las Áreas de protección de flora y fauna Nahá y Metzabok; tres Áreas Naturales de siete que conformar este complejo, caracterizados por clima tropical, vegetación perennifolia mediana y alta y una pequeña área boscosa, donde abundan especies diversas de flora y fauna –varias identificadas en alguna categoría de riesgo, de acuerdo a la NOM-059-SEMARNAT-2010–. En este territorio, uno de los últimos pulmones más biodiversos que quedan en el sureste de México, habitantes de las etnias tseltal y chol cultivan café orgánico certificado, quienes mediante la organización han logrado colocar el café oro verde en Austria y comercializar en el mercado nacional como tostado y molido, con la marca café Najá.

Estos grupos étnicos se asentaron en la zona durante las décadas de sesenta y setenta, una vez que se emanciparon de las grandes fincas llevaron semilla de café para cultivarlo bajo la vegetación de la selva. Al paso de los años y ante los bajos precios que pagaban los coyotes, que iban de los 50 centavos a un peso por kilo de café, en el 2002 decidieron organizarse, con apoyo de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP), y conformaron la Sociedad de Productores Orgánicos de la Selva Lacandona (SPOSEL), entre los años 2002 y 2003. Para 2004 se constituyeron como Sociedades de Solidaridad Social (SSS) ante el Registro Agrario Nacional (RAN).

A partir de la organización se empieza a regular el mercado regional del café, comparte el actual responsable de la administración de la SPOSEL, Darwin Gutiérrez López, quien como técnico de campo llegó a la zona en 2016, con la consultoría Estrategias para la Conservación y el Desarrollo Sustentable, A. C. (ECODES), y desde junio de 2021 se integró al área administrativa y comercial de la organización donde realiza diversas tareas, que van desde el Sistema de Control Interno (SCI) para la producción, hasta la administración y comercialización. Ahora está organizando y coordinando un proceso de sostenibilidad organizacional que consiste en formar capacidades locales de los propios socios, para que puedan desarrollar todos sus procesos organizativos, productivos, comerciales y administrativos, sin la dependencia de un externo, y así, de esta manera mantenerse en el mercado con sus certificaciones.

En la Selva Lancandona la producción de café se desarrolla entorno a los asentamientos de los tseltales procedentes  de Tenango, municipio de Ocosingo; Bachajón, del municipio de Chilón, y del municipio de Sitalá; y de los choles provenientes del municipio de Tumbalá. En este territorio por las bondades nutricionales del suelo, la tradición siempre ha sido el cultivo del café sin agroquímicos, pero antes no se avalaba y respaldaba todo este proceso, como lo marca el sistema de producción orgánica, por lo que no se contaba con un certificado.

En la actualidad la SPOSEL agremia a 229 socios, quienes en conjunto cultivan 264 hectáreas –cada productor posee un mínimo de media hectárea y máximo de 2.5 a 3 hectáreas— y la totalidad de su producción cuenta con la certificación orgánica desde el año 2005, pero ha estado bajo el techo y la supervisión de CERTIMEX desde el año 2003, ya que se tuvo una etapa de transición y para el 2006  se obtuvo el sello que certifica al café como orgánico, explica Darwin Gutiérrez.

Para los cafeticultores –detalla– la diferencia entre ser convencional y orgánico es que en este último caso obtienen un premio, 30 dólares por 100 libras de café oro verde, y por vender en el mercado justo –al que se incorporaron en 2006— obtienen 20 dólares más, por lo que suman 50 dólares. En contraste, el coyote, en los inicios de la SPOSEL, realizaba un acopio de 16 pesos por kilogramo de pergamino.

La primera venta de SPOSEL fue de 13 toneladas de café pergamino, se concretó a través de la organización Unión de la Selva, S.C.; posteriormente se realizan las siguientes comercializaciones de tres ciclos con UCIRI (Unión de Comunidades Indígenas de la Región del Istmo) de Oaxaca y el padre Francisco VanderHoff –misionero que apoya a las comunidades indígenas en esa zona–. Así, en 2015, inicia la relación comercial con la EZA de Austria  para la compra-venta del aromático, “en momentos críticos”, comparte el ingeniero José Manuel Pérez Vargas, técnico pionero de la SPOSEL. Para este ciclo esperan cosechar entre 70 y 75 toneladas de producto orgánico, aunque solo exportarán un lote de café oro verde, porque por diversos factores no cuentan con un fondo de acopio para adquirir toda la cosecha y comercializarla.

Manos de cafeticultoras y combate al cambio climático

Darwin destaca que dos dignos reconocimientos de la SPOSEL son la comercialización en tostado y molido con la marca registrada “Café Najá” que surge en el año 2009, como una iniciativa de inversión del premio social con la certificación de Comercio Justo, a través de la conformación del grupo Nich Capeel –que en español significa “Flor de café”–, integrado por 17 mujeres, esposas e hijas de los socios de la SPOSEL, del Ejido Zaragoza, municipio de Ocosingo. Ellas se formaron con la metodología de “aprender haciendo” para comercializar café tostado y molido, con una estructura organizacional básica (presidenta, secretaria, tesorera y 2 vocales), con lo cual lograron su autonomía en la toma de decisiones y administración del grupo de trabajo.

Desde el 2019, estas mujeres desarrollan sus operaciones de procesamiento y comerciales con la propia venta de “Café Najá”, sin financiamiento externo y con administración propia.

Hoy comercializan en territorio nacional, principalmente en el Estado de México, Ciudad de México, San Luis Potosí, Guanajuato, Chiapas, Tijuana, Baja California, Tabasco, Puebla, Querétaro y Monterrey. El producto se identifica con mujeres tseltales y como un café de especialidad por su calidad, que es resultado de una selección manual del oro verde, lo que genera beneficios de ingreso económico familiar adicional por la conservación y protección de los recursos naturales.

El segundo reconocimiento es el comercio y la exportación del oro verde bajo el concepto de Coffee for the future la suma prima adicional como “premio bioclima” consiste en 20 dólares adicionales a los demás premios por cada 100 libras de oro verde, mismos que se invierten en acciones que contribuyan a la mitigación del cambio climático. El proyecto o las acciones de inversión del monto total de este premio adicional se determina en una reunión de acuerdos de delegados, quienes a la vez hacen la consulta con los socios que representan; a partir del acuerdo se construye una propuesta de proyecto de inversión del premio, mismo que debe ser aprobado por el comprador.  El proyecto se justifica con un informe final de actividades y financiero ante el comprador, con sus respectivas evidencias.

Financiamiento, una limitante para actividad cafetalera

Al respecto, Gutiérrez López refiere que en cada ciclo productivo una de las dificultades que enfrentan las organizaciones es el conseguir financiamiento para el acopio del café, dado que conseguirlo en cualquiera de las instituciones financieras o banco es demasiado complicado, es un trámite bastante engorroso, cada vez piden más requisitos, cobran intereses altos y, muchas veces, los préstamos no te los dan a tiempo.

En la actualidad, reflexiona el técnico con formación económica-administrativa, la situación es complicada porque el precio del café se define en la Bolsa de Valores de Nueva York, pero diferentes factores en el mundo, como la pandemia por Covid 19, la guerra Rusia-Ucrania, y la producción de Brasil –que determina en mayor porcentaje las cotizaciones–, hacen fluctuar los precios y el alza que se observa ha puesto en dificultad a las organizaciones, porque los coyotes llegan a ofrecer buen precio y pago en forma inmediata a los productores, sin importar la calidad del café; a pequeños finqueros o grandes esto los ha favorecido.

No obstante los avances de la SPOSEL, de 2019 a mediados de 2021 se quedaron sin la asesoría que brindaban técnicos de ECODES, que financiaba Sagarpa y Conabio para proyectos sustentable y el desarrollo de cadenas de valor. “Con el cambio de sexenio el actual presidente (AMLO) dijo que las asociaciones civiles o consultorías son la fuga puntual de dinero y les quitaron el financiamiento”, anota Darwin.

Hace hincapié en que ahora el reto es contar con personas y profesionales locales que desarrollen esas capacidades; el problema es que los agremiados a la organización son campesinos que no tienen formación profesional, sólo estudios de nivel básico. Necesitamos formar o contratar personal en esas áreas y tener un colchón económico para solventar esos pendientes, remarca.

Fuente: Inv. Ernesto Perea / Imagen Agropecuaria

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