Edición Rural MX
Se dice que el mundo pertenece a las inmensas minorías, esas que conjuntando esfuerzos logran grandes cosas, aportando, exigiendo y trabajando. Aumentar la financiación a proyectos agrícolas saca a la gente de la pobreza.
Nunca como ahora se hace tan importante lograr la seguridad alimentaria, esa tan cacareada promoción política de que un país es seguro si cuenta con alimentación para su ciudadanía. En tal sentido, México se encuentra muy distante de proveer de alimentos a sus 130 millones de habitantes y eso se debe en buena parte al abandono de sus pequeños productores, pues no hay programas agrícolas que permitan a los agricultores quedarse a vivir en el campo, a producir la tierra; además de eso, tampoco hay seguridad pública, social, plena, jurídica, y justicia social… en fin, que ese llamado a producir se queda en una legión de burócratas del campo instalados en la oficina central.
La seguridad de un país no se mide por su ejército, se mide por lo que produce y se come: eso es la llamada seguridad alimentaria.
El 80% de las personas en condiciones de extrema pobreza reside en áreas rurales, y más del 75% de la población rural económicamente activa que vive en situación de pobreza extrema se dedica a la agricultura, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés). En este contexto, asegurar la disponibilidad de alimentos se presenta como una prioridad fundamental para la humanidad.
Adicionalmente, existe una conexión evidente entre la productividad agrícola y la reducción de la pobreza, según indican las investigaciones. A pesar de que la industria microfinanciera ha ampliado la disponibilidad de productos bancarios entre los sectores más desfavorecidos, ofreciéndoles la oportunidad de mejorar sus condiciones de vida, las dificultades asociadas con la provisión de créditos a los agricultores más empobrecidos los han relegado a permanecer atrapados en un ciclo persistente de pobreza.
Nada es tan complicado como conseguir créditos para la producción, los bancos son extremadamente delicados con los recursos para este fin, por ello se hace indispensable que los gobiernos se involucren en ello, a pesar de que se han tenido experiencias de corrupción como en el caso México de Banrural.
Otros jinetes apocalípticos
Las condiciones climáticas hostiles, las plagas y la casi inexistente presencia de microseguros agrícolas, combinadas con las dificultades para acceder a los mercados, prácticamente aniquilan cualquier posibilidad de evaluar la viabilidad de los reembolsos. De igual forma, la complicación operativa derivada de la necesidad de ajustar los pagos de cuotas según los ciclos de cosecha y alargarlos durante los periodos de siembra, plantea un desafío prácticamente insuperable.
La demanda de especialistas en cultivos para la aprobación de créditos agrícolas introduce un nivel adicional de complejidad al proceso. La tarea intrincada de diseñar productos financieros para los agricultores más marginados, ha resultado en que los microcréditos agrícolas apenas alcancen el 3% de la demanda global de financiamiento en este sector.
Allí hay un nicho de oportunidad, si se quiere apostar por sacra gente de la pobreza, por que regalar recursos, solo es populismo demagógico que termina afectando a los ciudadanos y encareciendo las campañas políticas. Eso de ir a fondo perdido en todo, es un mal negocio.