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Turismo rural: Espita sabe ilusionar

Por José Luis Preciado

Espita tiene sabor y magia, es un motivo para desviarte monte adentro en tu destino rumbo al oriente de Yucatán.

Está ubicada en el centro de todo: 50 minutos a la costa por Río Lagartos y San Felipe; 50 minutos a Valladolid e Izamal; y un poco más retirado de Mérida, la capital.

A Espita han llegado inversiones de nuevos habitantes desde el extranjero: Estados Unidos, Canadá, así como de otras regiones del país. Hoteles, restaurantes, lujosas mansiones de veraneo se levantan ampulosas ante el asombro de los vecinos de toda la vida. Ya hay maquiladoras, supermercados… –no sé si para bien, dudan los habitantes que despertaron de un letargo histórico.

La alcaldesa, Martha Eugenia Mena Alcocer, entendió muy bien el tiempo que le toca gobernar y se dedicó a propiciar inversiones, sabedora de que, si a Espita le va bien, les irá mejor a sus habitantes; vaya, el milagro que hasta los caciques sacuden su pereza e invierten sus ahorros y remodelan sus viejas casonas.

Todos quieren ser parte del milagro de Espita, la Atenas de Yucatán, la antigua provincia de los Cupules.

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