“Nunca están solos los que están acompañados de nobles pensamientos”-Sir Philip Sidney
Por Jorge Alanis
Una plegaria a la tierra, ese es el compromiso de una mujer que afronta la soledad con valentía. Sabia como es nuestra gente del campo, hizo un trato con la tierra: “Tú haces surcos en mí y yo te doy de comer, dame tu tiempo y yo te doy los frutos”.
Viene de Chankom, vive sola, mujer que se vio obligada a cambiar de residencia para asentarse en Valladolid. Sus hijos ya crecieron y tienen familia. Aunque nos cuenta que no recibe apoyo de nadie, pareciera que hizo un trato con el suelo.
Creemos que más allá de escucharse poético y romántico en realidad parece que se están cumpliendo los compromisos. Florencia nos cuenta que su padre fue campesino y que aprendió el duro trabajo de sembrar y cosechar. Dice que le gusta hacerlo y como ya no tiene hijos pequeños puede dedicarse a sus calabazas, elotes y plátanos. En este lugar también encuentra la leña para hacer sus tortillas y su comida.
La necesidad le quitó la pena y le dio a cambio las ganas de poder hacerse de su comida, con sus propias manos. Donde vive, frente a su domicilio, observó un terreno abandonado, ocioso, sin beneficio. Se dio a la tarea de chapearlo y comenzar a generar su comida y algo de dinero, por ejemplo, las calabazas las vende a cinco pesos y así se acerca otras cosas para el menú.
Ella dice a sus amigas que no claudiquen, que se pongan en acción. La experiencia lograda con su padre y las ganas, le dan la oportunidad de comer a diario, pero sobre todo no se rinde ni se tira al olvido en su “desgracia”, convierte entonces su historia en un argumento válido para replicar en cualquier situación: No dejarse vencer. Dejemos pues este paréntesis en nuestro haber para decirnos que si Florencia Cen Uc puede lograr producir ¿Nosotros por qué no? Pongámosle a nuestra receta personal más de una pizca de orgullo y pasión y salgamos airosos ante los problemas…
