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Ovinos desde cero

Aprendiendo en el camino

 

El sueño de un padre de familia se convirtió en una realidad, su legado rindió frutos. Rancho Santa Cruz se llamaba, ahora, en honor a su fundador lleva el nombre de Rancho San Francisco. Inició como un hobby del señor Francisco Cámara, pero al fallecer, su hija Mariana, decide emprender una historia diferente.

 

Al principio, nos comenta, fue muy complicado, hubieron demasiadas circunstancias a enfrentar, pero esta no es otra cosa que una necesidad de alcanzar una meta que se volvió una historia de éxito. Ingeniera química de profesión, entra de lleno al sector ovino en 2013. Ahí se da cuenta de los múltiples caminos a los que te va enfrentando la vida. Aunque no tenía mucha familiaridad con el rancho, decide “tomar al toro por los cuernos”, aprender, conocer, enfrentarse a retos que no conocía y a una dura realidad: deshacerse del rancho o echarlo a andar. No faltaron personas que le ayudaron en el camino, tampoco las malintencionadas que sin querer le dejaron una enseñanza, como se dice “aprendió a la mala” y las cosas se fueron acomodando. Admitió sus limitaciones e ingresó a la Asociación Ganadera AGLECO para aprender de los que sí saben.

 

La ovinocultura requiere del acompañamiento de especialistas. A los borregos hay que cuidarlos, alimentarlos correctamente, es un ciclo corto de 8 meses, pero son animales frágiles y vulnerables, para sacarlos de un problema de salud es complicado y caro, por lo que es necesario prevenir para mantener su salud física e incluso emocional.

 

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Amor a la actividad

El rancho está muy cerca de llegar a los números correctos, gracias al esfuerzo, dedicación, llevar registro de todo, concentrarse en acciones tales como: recuperar a un animal enfermo, el tipo de alimentación, los tiempos de reproducción, cuáles son las actividades más trascendentes o de acción primordial, genética, análisis de gestación, vacunas.

 

Si algo tiene claro Mariana es que hay que ensuciarse las manos al igual que los trabajadores, que sepan que estás ahí, que te involucras. Es cuando ves el trabajo de tanta gente para llevarse un taco a la boca, nos comenta, desde el cultivo del maíz para la tortilla, el tomate para la salsa, la cría de la proteína animal. Ella está orgullosa de cosechar su pepino, tomate, consumir huevos de sus gallinas, etcétera.

 

“Todavía no somos autosuficientes en producción de carne de ovino para satisfacer la demanda del mercado. A los productores nos falta tecnificar, sistematizar e intensificar la producción, asesorarnos con profesionales permanentemente para evitar casos extremos, ellos nos dan consejos en técnicas para obtener mayor productividad, mejor rentabilidad, comercialización, porque la ovinocultura ¡sí! es negocio”.

 

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Rancho San Francisco, en Dzidzantún, Mariana Cámara, su familia y la vital asesoría y acompañamiento del MVZ. Jorge Quintal, una historia de éxito.

 

Por Gabriela Pérez

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