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Tihosuco recupera valor

El conjunto conventual y el Templo del Niño Jesús, emblemas de la población de Quintana Roo, recobran brillo gracias a las manos mayas que restauran la joya colonial.

Cuatro siglos después de su construcción, de nuevo manos mayas intervienen en la conservación de un tesoro colonial.

Erigido en el siglo XVII con el esfuerzo y el sudor de los nativos, el templo del Niño Jesús, emblema de la mítica comunidad de Tihosuco, paulatinamente comienza a retomar el brillo y el esplendor de antaño.

La comisaría, a 81 kilómetros al noroeste de la cabecera municipal de Felipe Carrillo Puerto, es una de las poblaciones más antiguas de Quintana Roo, célebre por sus inmuebles, edificados en las postrimerías del siglo XVI, y símbolo de uno de los focos de la Guerra de Castas.

Por muchas décadas, ocultas entre la selva quintanarroense, a consecuencia de su abandono por la lucha social de 1847, la villa e iglesia de Tihosuco emergieron prácticamente una vez que se disipó la bruma del humo y el olor de la pólvora de los cañones y los fusiles de las batallas que libraron los indígenas para intentar emanciparse de la opresión de los herederos de los conquistadores de Yucatán.

En 1935, en el milenio anterior, de acuerdo con trabajos de algunos investigadores, se inició el redescubrimiento, rescate y repoblamiento de las antiguas construcciones de Tihosuco, presas de la agreste vegetación quintanorroense, y con ello el símbolo que hoy distingue a la población; motivo de orgullo para los sucesores de los primeros habitantes del histórico pueblo, fruto del sincretismo étnico y social de dos culturas: el convento bajo la tutela del Niño Jesús.

Riqueza arquitectónica

La recuperación y restauración del recinto religioso de la comisaría de Carrillo Puerto germinó a raíz de la declaratoria de la Secretaría de Cultura federal, con base en el expediente técnico hecho por la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), que reconoce al centro de Tihosuco como Zona de Monumentos Históricos, decreto que se publicó el 13 de marzo de 2019 en el Diario Oficial de la Federación.

“Con ese reconocimiento, se le dio a Tihosuco un nuevo impulso al proyecto para restaurar el convento del Niño Jesús, que, según fuentes tuvo como advocación original a San Agustín, y es el monumento histórico de mayores dimensiones de Quintana Roo”, destaca el arquitecto Luis Ojeda Godoy, responsable de la sección de Monumentos Históricos del Centro INAH Quintana Roo.

“En la Península hay tres zonas de monumentos establecidas por decreto presidencial y con base en los expedientes del INAH, que son: Mérida, San Francisco de Campeche y Tihosuco, que datan de 1982, 1984 y 2019, respectivamente. Y en Tihosuco, en el perímetro de la zona de monumentos históricos, que tiene 0.331 kilómetros cuadrados (menos de un kilómetro), se concentran 31 de las 145 construcciones de ese valor identificadas por el INAH en todo Quintana Roo. No existe otra comunidad quintanarroense que reúna esa cantidad de inmuebles históricos en su traza urbana”, añade el especialista.

El anuncio oficial de la distinción, en la que se reconoce a 20 manzanas que, a su vez, agrupa 31 edificios cimentados entre los siglos XVII y XIX, que en diferentes etapas fungieron como templos religiosos, exconventos, cementerios, escuelas y edificaciones civiles, se hizo el 4 de octubre de 2019.

Antecedentes

De acuerdo con el libro “Antología de textos para la historia de Quintana Roo”, con información recopilada por la antropóloga Lorena Careaga, la ubicación geográfica de la provincia maya hizo que, después de la llegada de los españoles y de la conquista, que encabezó Francisco de Montejo “El Mozo”, se fundara Tihosuco a mediados del siglo XVI y se convirtiera, por su posición estratégica, en el sitio idóneo de los frailes franciscanos para la evangelización en los territorios periféricos.

Los historiadores coinciden en que la actual Tihosuco es una de las poblaciones mayas que mayor dificultad ofreció para su sometimiento a la hegemonía de los conquistadores europeos, y a la labor de los religiosos.

Un primer paso constituyó la erección del templo del Santo Niño Jesús, dentro de un conjunto conventual que por el paso de los años y por los eventos bélicos de la Guerra de Castas se convirtieron, en las postrimerías del siglo XIX, en ruinas; y sin embargo, después de la recuperación de la iglesia constituye el principal símbolo del pueblo.

El cruento conflicto social que comenzó en 1847 y culminó en los albores del siglo XX, que en la villa encabezó Jacinto Pat, destruyó parte del Templo del Niño Jesús, y a la postre la población se deshabitó y abandonó.

El recinto católico, que se distingue por su gran portada ausente, recobra su brillo pretérito gracias a un plan de restauración, que bajo la supervisión de expertos del Centro INAH Quintana Roo comenzó en la primera semana de marzo pasado, y tiene un avance de más del 50%.

“Se consolidan mamposterías, restituyen aplanados y se aplica pintura basada en cal. El resultado es satisfactorio, ya que se logró recuperar apariencias que resultan inéditas, incluso para los propios pobladores de Tihosuco”, afirma el arquitecto.

El especialista aclara que la fachada del templo no puede restituirse ni mucho menos “inventarse”, porque le restaría autenticidad al conjunto arquitectónico y le alejaría del vínculo social que lo une a Tihosuco.

“Trabajar en Tihosuco, donde muchos elementos son originales, debido a que el inmueble fue abandonado, libre de intervenciones durante muchas décadas, implica un gran respeto”.

Segunda etapa

Ojeda rememoró que la primera fase de trabajo conducida por el INAH se efectuó en 2012.

“Ahora la labor se concentra en la limpieza de muros, consolidación de la mampostería, reintegración de aplanados y elementos ornamentales, y aplicación de pintura. Los trabajos se hacen con materiales a la cal, tanto en pasta preparada con polvo de piedra, como pintura. No se usa cemento, aclaro, ya que no se afecta la autenticidad del inmueble, y se conservan en buena medida materiales y sistemas constructivos originales”.

“Es esencial tener en cuenta que remodelar no es restaurar…. restaurar es conocer y recuperar los valores del edificio en términos arquitectónicos, pero también recuperar un fragmento de la memoria histórica, social y cultural de un pueblo”, concluye el arquitecto Ojeda Godoy.— Carlos Fernando Cámara Gutiérrez

Historia Detalles

En la etapa precolombina, Tihosuco fue parte del cacicazgo maya de Cochuah, al suroeste de Q.Roo.

Origen del nombre

Tihosuco es una derivación del topónimo de origen maya Jo’ tsuk, que significa “cinco rumbos”. En la etapa precolombina, el asentamiento se distinguió por fungir como la capital del cacicazgo de Cochuah.

Fuente: Diario de Yucatán

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