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La capacidad de sorprendernos

En el aquí y el ahora

Por Psicoterapeuta Gabriela García Magaña

Un tiempo sin fin llamaría a estos días en donde la humanidad navegamos sobre importantes y múltiples interrogantes que nos tensionan cada vez que pensamos en cuál será la realidad que nos depara una vez superada la emergencia sanitaria provocada por el coronavirus.

Nadie se arriesga a asegurar cómo será el mundo post Covid-19, aunque todos somos conscientes de que pocas cosas serán igual que antes y que poco a poco nos adaptaremos a la tan famosa “nueva normalidad”.

Algunos pensadores y políticos analizan y re-analizan atreviéndose a plantear hipótesis de cómo sería el mundo en el ámbito político basándose en las crisis anteriores que se desataron en épocas pasadas en algunos países debido a la peste roja, la viruela o la gripe española, las cuáles se propagaron por la tierra sin medios tecnológicos tan avanzados como los actuales.

En el ámbito de la salud los científicos, día tras día, unen esfuerzos a nivel global en múltiples tareas monumentales para descubrir la cura y las posibles nuevas mutaciones que causan la enfermedad.

La religión, por su parte, ha expresado sus supuestos en base en teorías donde la teología ha jugado parte en las actuales circunstancias que han permanecido en una visión apocalíptica, algunas de éstas sacando a relucir textos del Antiguo o del Nuevo Testamento para afirmar que esto es “una señal de Dios”, “un castigo divino”, asumiendo que los días de la humanidad están contados. Y así podríamos describir todos los contextos en los que esta situación desencadena de forma continua diferentes puntos de pensar y actuar.

La psicología ha sido un pilar muy grande en donde hemos podido apuntalar diferentes formas de comprender y enfrentar esta situación, y no caer en ciertas patologías debido al cambio abrupto de nuestras condiciones de vida en todos los ámbitos.

“¿Qué esperar?” Es la pregunta que incansablemente muchas personas antes de poder conciliar el sueño, ahora con más dificultad, nos la hacemos cada noche. ¿Cómo poder parar nuestra mente de los pensamientos que nos causan miedo y ansiedad? ¿Es posible lograrlo?

La respuesta siempre será sí. Sí es posible liberarnos del sufrimiento, de la ansiedad y la neurosis de la vida diaria. Pero para lograrlo solo tenemos que llegar a comprender que la causa de nuestros problemas no son los demás, ni “el mundo de allá afuera”, “ni el coronavirus”, “ni la economía”, “ni nuestro actual presidente”, sino nuestra propia mente simuladamente incapaz de concentrarse en el ahora por estar siempre pensando tristemente en el pasado y preocupándose ansiosamente por el futuro, dejando a un lado la importancia de conocer que el único tiempo que hay es el momento presente.  Cuando escuchamos nuestros pensamientos no sólo los escuchamos, sino que también somos testigos de su existencia y los hacemos presentes dándoles energía e identificándonos con ellos.

Por el contrario, cuando a un pensamiento lo hacemos perder su fuerza, perdemos discontinuidad en la corriente mental, es decir una brecha de “no mente”. 

Al distinguir estas rupturas poco a poco iremos experimentando cierta quietud y paz que se harán más profundas hasta volverse un hábito, que harán cambiar nuestros patrones conductuales aprendidos por años. En lugar de observar lo que pensamos, podemos crear una brecha en la corriente de nuestra mente simplemente dirigiendo el foco de atención a lo que sucede “Aquí y ahora”. La mente es un instrumento, una eficaz herramienta que está ahí para ser usada en tareas específicas. Cuando termine la tarea hay que dejarla de lado, descansar y continuar hacia lo que sigue siempre pensando en el tiempo presente.

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