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¿Ser charro es ser mexicano?

Hombres y mujeres de campo y ciudad abrazan este deporte

Montar a caballo, vestir sombrero y botas, y dominar las técnicas del lienzo charro son actividades y aptitudes que definen algo más que la figura de un charro tradicional: nos describen un estilo de vida guiado por la pasión del campo que desencadena en otras prácticas como la educación y el deporte. Para enamorarse de esta actividad, basta con visitar el Rancho Tierra Bonita y sentarse a platicar con el licenciado José Gallegos, el ingeniero Humberto Mora y el charro Raúl Millet García, tal como lo hicimos en Rural MX.

Ing.  Humberto Mora, don Raúl Millet García y el Lic. José Gallegos
Ing. Humberto Mora, don Raúl Millet García y el Lic. José Gallegos

¿Qué es ser charro para ustedes?

J: Representa un estilo de vida, pasión, entrega; vestirse doblemente de hombre, ser mexicano, sentir amor por todo lo que engloba la charrería.
H: El estilo de vida que llevamos como charros está muy relacionado a la educación y al amor por las tradiciones y por el México en el que vivimos. Gran parte de lo que somos como personas migra de la charrería hasta nuestra vida cotidiana: la manera en que nos dirigimos a la gente, en que buscamos crear lazos con personas, animales, el campo… Es traslapar todas esas cosas a partir de la tradición.
R: Según mi mamá, me cortaron el ombligo sobre una montura de charro. Monto desde que tengo uso de razón; el amor que le tengo a mi caballo es tremendo; la charrería es mi vida, si me la quitas, me quitas la vida; ser charro es ser hombre, respetar tu palabra, ser educado, ayudar a tu gente cuando está caída y ser un hombre de bien. Portar el traje es como estar agarrando la bandera nacional, ser mexicano.

¿Cómo podríamos aterrizar la charrería? ¿Es pasión, es un deporte?
J: Es pasión que con el tiempo se ha convertido en un deporte que fue traído del campo.
H: Depende de cómo vivas la charrería. Hay atletas que buscan desempeño y lo ven como deporte; hay gente como don Raúl, cuya vida gira en torno a la charrería, así como su educación, que sobrepasa la pasión y se vuelve un estilo de vida. Coincido en que es pasión y amor por la tradición charra.
R: La charrería y las suertes charras provienen del campo; después dijeron que es el deporte nacional, pero para ser charro, necesitas tener caballo, silla, tiempo, gusto… No cualquiera puede ser charro.

En estos tiempos, ¿qué representa para ustedes el ser charro?
J: Para mí, siendo de generaciones que no nacimos en el campo pero sí con esta pasión, es un honor.
H: Ser charro va más allá de ponerte un botín, un pantalón, unas chaparreras, unas espuelas, un sombrero y montar un caballo, porque cualquiera podría hacerlo. Al vestirte de charro potencias una serie de cualidades que no vienen con el traje, pero aumentan: eres más caballero, te sientes más galán… es como ponerte una capa o traer un escudo.

¿Cómo se porta un traje?
R: Hay diferentes tipos de trajes. Hay el traje de faena elegante, hay media gala, gala y gran gala; cada uno es diferente. El pantalón es el mismo, es el más cómodo que puede existir en el mundo mientras estés arriba del caballo, porque debajo del caballo se vuelve incómodo porque te faltan nalgas o te sobran piernas.
El traje de faena es de dos tipos: completamente liso y el que se usaba con aletón, chaparrera. Después viene el traje de media gala; puedes charrear, ponerte las chaparreras y entrar a competir; consta de la cotona (chazarrilla o chaquetín) de tres botones o de un solo botón; el chaleco es opcional; según la abotonadura del traje es la elegancia del traje, deben ser tres, cuatro o máximo cinco botones, que se llaman mancuernas.
Luego sigue el traje de gala, el más solemne que tiene el charro mexicano. Hecho de tela de casimir, negro; lleva 102 mancuernas (51 piezas en cada pierna), mientras más piezas lleve, es más elegante y ostentoso; botines negros, cinturón negro, funda de pistola negra, sombrero negro; puedes meterle plata a la hebilla, a la lorenzana, pero todo debe ser negro. Solamente se puede utilizar a pie tierra, no a caballo, porque se lleva el botín negro, que está prohibido a caballo; sin embargo, tienes dos oportunidades para utilizar el traje de gala a caballo, por ejemplo, en una boda o en un entierro.

¿Usan un tipo de caballo especial para la charrería?
R: No hay razas especiales. Originalmente era el caballo criollo.
H: En la actualidad, se charrea con el caballo cuarto de milla de trabajo. De las 9 suertes charras que existen, cada una de ellas requiere de temperamentos y desempeños diferentes; la cala de caballo, la primer suerte de la charrería, es buena para líneas como smart chic olena, por la facultad que tienen para deslizarse y para dar lados; para colear, deben ser caballos que tengan más fuerza para estirar y que no sean de un temperamento tan caliente, para que al contacto con el toro no se espanten.

¿Qué pueden decirnos sobre las suertes charras?
R: Son 9, todas provienen del campo y tienen un por qué. Antes de que exista el charro, el dueño de la hacienda le daba al caporal un caballo, para que le hiciera una excelente rienda, porque buscaba seguridad en el caballo; los mismos peones educaban a sus caballos con buena rienda, aventándolo a toda velocidad, jalándolo, rayándolo, cambiándolo… todos esos movimientos tenían que enseñarlos; esa educación duraba año y medio o dos años. Antes de ser charro, los chinacos eran una parodia que el peón le hacía al dueño de la hacienda. Sus pantalones eran chuscos, el traje llevaba una faja-banda, usaban pistola de un solo disparo y lanza; en la silla llevaban el sable (nosotros usamos el machete) por los famosos salteadores de caminos, que traían un caballo muy bueno y cuando veían al enemigo, aventaban el caballo, cargaban la pistola, hacían un disparo y dejaban caer la pistola (que estaba amarrada a la charretera), se aventaban y se iban a la lanza, y así podían correr y huir; si no tenían suerte, entonces peleaban con el sable, por eso necesitaban una buena rienda. Es así como nace la cala de caballo, que es la primera suerte.

¿Ser charro se trae en la sangre?
R: Por su puesto. No es lo mismo el charro que nace y lo trae en la sangre, que el que quiere iniciarse. Cuando naces en la charrería, se te da a diario. Mi nieto tenía 6 años; al verlo dormido con las espuelas puestas, supe que iba a ser charro; como estás en el caballo por gusto, por tus padres, llega un momento en que te adentras y conoces tanto de la charrería que se vuelve tu mundo y participas en todo.
J: Cuenta mucho el carácter y las aptitudes de la persona. De entrada, para ser charro, debes tener valor, porque si no tienes el valor de subirte a un toro de 500 kilos en un cajón, no podrás dominarlo.

Ser charro es una vocación y conlleva pasión, ¿también implica estatus?
H: Creo que ninguno de nosotros somos charros por un estatus social, ese no ha sido el fin de subirnos a un caballo, de portar un traje, de realizar suertes. Ser charro no es sinónimo de ser rico.
J: Hay gente de mucho dinero, que se puede vestir muy elegante, pero no por eso va a llegar a ser tan charro como el que se viste con el pantalón y la camisa que puede.

¿Cuánto tiempo llevan de charro?
J: Toda mi vida. Tengo 25 años charreando, pero desde muy pequeño ejecutaba las suertes.
R: Llevo 75 años de sentirme charro.

¿Con qué palabras definen ser charro?
J: Honor, valor, estilo de vida y se lleva en la sangre.
H: Lo mejor que te puede pasar en la vida.

¿Dónde está la charrería en el país, cuál es su posición?
R: Está situada en toda la República Mexicana, no se ha perdido y va para arriba. Tengo una gran satisfacción de que Humberto esté haciendo torneos para niños, desde 2 o 3 años, porque tuvo las ganas de juntar un grupo de niños y empezar a hacer que compitan. Me muero de risa y de orgullo de ver a un niño de 6 o 7 años corriendo detrás de un toro para colgarlo.
J: Se está modernizando. La charreada empezó en el campo y se transmitió a la ciudad. Empezamos con lienzos de madera y hoy, la mayoría de los lienzos, la gente los techa.
H: Creo que no debe perder su esencia. Puedes techar los lienzos y hacer instalaciones más prácticas, pero la esencia está en la gente y en los valores de la tradición. Hace poco tuvimos el Primer Torneo en el Estado para niños; se destinó un fin de semana a da le un espacio a niños desde 3 años hasta los 17; con una afluencia que no esperábamos. Significa que la afición estaba latente, pero los niños estaban escondidos, como una semilla debajo de la tierra esperando el agua, por eso pusimos los esfuerzos junto con la Asociación de Charros Tierra Bonita para difundir y promover el deporte, y el amor y el respeto por los animales.

Información:
Ing. Humberto Mora
9410274 y 9410275
elmorao.th@gmail.com

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